
Cuenta la historia que cuando era joven, era bella. Todos querían ser sus amigos, y todos lo eran, ella les decía que los quería, aunque no fuera cierto. Tenía una larga cabellera negra y los ojos verde aceituna, sus facciones eran delicadas y decían que su sonrisa en algún momento iluminó los lugares en donde se hacia presente. Un cuerpo exuberante, el que comenzó a enseñar más cuando se dio cuenta de que le resultaba muy divertido que los hombres perdieran la cordura con ella. Nunca le importó eso de “Pueblo chico, Infierno grande”.
Mientras pasaban los años, su escote era mas pronunciado y su falda mas corta, sus amigos se habían convertido en sus ex–amores, los novios de algunas amigas por igual, ya casi no le quedaban de esas, tampoco. Todavía sentía todas las miradas sobre ella cuando entraba a algún lugar. Aunque ahora las razones eran diferentes.
El alcohol, el cigarrillo y las drogas eran sus propios alardes, lo que le daba, según ella, esa imagen de femme fatale que desde un principio fue la que atrajo la fila de hombres frente a su casa.
En un grito entre ahogado y quebrado, respondía un “Que me importa?” a la sociedad cuando esta la acribillaba con sus juicios. De vez en cuando y cada vez mas frecuente, su rostro lo aruñaban unas lágrimas negras.
Extra Extra! “La diva ha muerto, poco a poco se intoxicó con su propia belleza y con lo que pensó que conseguía con esta”. En su lugar, dejó una mujer con la sonrisa retorcida, y los ojos verde opaco.

Al final, en ese sitio donde fue a parar, sus compañeros, vestidos de blanco igual que ella, se reían cuando torpemente ella intentaba pintar sus labios de rojo, como antes, pero sus manos temblorosas no la dejaban.
Durante el día, se le veía con la mirada perdida en uno de los jardines, hablando con algún enamorado imaginario, pasando sus manos por su cabellera, ahora llena de alimañas.
Por las noches, a veces se escuchaban carcajadas que salían desde su habitación con paredes acolchadas, a veces intensos llantos.
Ayer, la diva se suicidó. Ahorcada con una bufanda de lunares que había pedido de regalo de cumpleaños. Desnuda, solo llevando un brazalete de diamantes, regalo de algún magnate de aquella época, que le habían permitido conservar. Dicen los pocos que fueron al velorio, que estaba mas bella que nunca.
14 comentarios:
Triste y a la vez real relato.
Muy bueno Leslie.
Besitos
que historia tan triste. la admiración exagerada de belleza suele terminar en una profunda soledad
Algo tienen, algo las convierte, se pierden.
Al dejar todo aquello en que se transforman, vuelven a su escencia, vuelven a esa belleza inocente.
Por eso, no es raro escuchar : "era tan bueeeena, u tan linda que se ve".
Chau.
Un triste relato que a la vez suena bastante realista....
muy triste prefiero quedarme como estoy
besos y cariños
lágrimas de mar
Le reventó el ego en la cara...
Lo difícil no es subir, lo es saber no caerse desde la cima...
Besos.
Una historia muy triste pero, magnífica. Me gustó mucho.
Hay veces en que algunas personas se pierden en un pozo oscuro y sin fondo y no saben cómo salir,aunque hay otras que lo consiguen, depende, lo que significa que siempre hay esperanza.
Un saludito.
Excelente relato Leslie. Una manera cruel de mostrar la crueldad de los dogmas.
Es el destino común de la mayoría de ellas. Es triste cuando una persona solo es valorada por una cualidad como la belleza.
Tarde llegué a este blog!
La diva se creyó diva. Chevere la historia.
Vale, eso es arratrarnos por el polvo a los lectores.
Saludos
Me ha encantado la historia de tu post, pero sobre todo me voy con un magnifico sabor de boca por haber tenido la suerte de encontrar un blog tan interesante u bonito como el tuyo.
Seguiré visitandote.
Besos de un Rebelde
Oops...
El peor enemigo es y sera uno mismo...
pienso que una diva deja de ser diva cuando se la cree
como dijeron por ahí, la diva se creyó diva
y por eso murió
saludoss
.
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